— Por Javier Ramiro Wanga
Katsa Palapcha, 2019

Estaba acostado y me hizo pensar sobre lo hermoso que es descansar, sobre lo hermoso que es sentir el abrigo de una cobija. No cualquiera puede tener esa dicha, no importa de qué condición social seas, con tal de vivir con dignidad.
Hay días en que sientes una tranquilidad sin saber el motivo. Lo cierto es que, cuando en tu entorno se puede apreciar la paz, puedes gozar de armonía. Eso sentía.
Pero quise escribir al otro día sobre cuán importante es la noche. Por ello tengo la curiosidad de pensar en la noche. Pasan los días y llegan las noches, pero no la percibimos en detalle. Llegamos tan cansados que miramos el reloj solo para saber la hora, o quizás el trabajo en el que andamos no nos permite contemplar el azul del cielo y los tantos seres que nos dan vida.
¿Qué es la noche? La noche es tan anhelada, o quizás podría ser tan odiada; ya depende de las circunstancias en las cuales nos encontremos. Pero desde mi situación actual, la noche es todo un misterio, la noche es un lindo regalo a la humanidad.
Nos hemos preguntado: ¿Cómo sería la vida sin la noche? ¿Cómo sería nuestra manera de pensar sin la noche? ¿Cómo sería nuestro andar sin la noche? ¿Qué historias podríamos contar sin la noche? ¿Cómo sería nuestro comportamiento sin la noche? ¿Cómo funcionaría nuestro cuerpo sin la noche?
Preguntas como estas y otras podríamos continuar lanzando sobre el vacío.
Afortunadamente contamos con la noche.
Con la noche se ha nutrido la palabra, con la noche han nacido hermosas historias que hoy conocemos. En algunos pueblos he escuchado algo —no sé qué pueblo, tendré que averiguar— pero en el caso de los Awá no conozco aún una narrativa de ello.
Puedo ir entendiendo que la noche es femenina, es mujer, y por consiguiente puedo entender que el día es hombre. ¡A qué conclusión he llegado, carajo!
Averigüé en Google sobre la noche, pero hay muy poca información sobre lo mítico de la noche. Quizás mis hermanos(as) de otros lugares del territorio tengan hermosas versiones que hayan profundizado y hayan escrito sobre el origen de la noche. Espero ansioso conocerlas, pero creo que es mi buen intento de saber sin saber qué es la noche.
La noche la esperamos los seres humanos, ¿será solamente los seres humanos? La noche es aclamada por las aves, la noche es deseada por los seres del río, por los árboles. ¿Qué ocurrirá?
Habrá toda una explicación científica, pero quiero pensar solo a mi manera.
En mi pueblo Awá la noche es fundamental para los médicos Awá, para ejercer la espiritualidad. Tanto el ritual del Walpura como el de Satiz se realiza durante toda la noche. ¿Por qué ocurrirá todo ello? ¿Por qué no hacerlo durante el día?
Para la cacería es bueno en luna oscura, durante el menguante, dicen nuestros abuelos y abuelas Awá.
Hay algo que me ha resonado hasta el sol de hoy: lo que una vez conversaba mi hermano Awá Gabriel Bisbicus, quien había reflexionado profundamente sobre el significado de Tɨt Awá kima.
Cuando nos despedimos los Awá, usualmente expresamos una frase que nos deja mucho que pensar.
Traduce así:
- Tɨt: Oscuro
- Awá: Persona, ser
- Kima: Hasta
No había pensado llegar hasta este punto, pero la conversa y las reflexiones son como una planta que crece, se va formando y se expande con sus raíces.
Dicen muchos pueblos indígenas que la noche es sagrada.
¿Qué significa todo ello?
De acuerdo a las enseñanzas de nuestras abuelas y abuelos, la noche es para los Awá de la noche.
¿Quiénes son los Awá de la noche?
Los espíritus de la selva, los animales, las aves. Hay seres que no se dejan ver; en otras ocasiones se dejan ver, pero dicen que no es buena seña, nada bueno indica el hecho de haberlos visto. Podrían pasar muchas cosas: te enloqueces, te enfermas, o simplemente es una señal para que reflexiones que la noche es para los Awá de la noche.
Pero sin aprender de ello, y aun sabiendo dichas lecciones, nos atrevemos a ir de pesca, ir de cacería o simplemente caminar de noche para llegar a tiempo a un lugar determinado. Por ello siempre nos recomiendan que debemos llevar un ajo o plantas para cuidarnos de las duras energías.
Me hacen recordar que hay toda una ritualidad que hoy en día pocos practicamos. Uno, porque la cotidianidad ya no es la selva; lo otro, porque la vida Awá ya es otra dinámica en nuevos contextos.
Pero aún llevamos en la mente la memoria. Seguiremos practicando los consejos y los cuidados.
Cuando uno llegaba de la finca en horas de la noche, no podía sentir el abrazo de los niños, hijos o algún miembro familiar. Se debía antes saludar al fuego y recibir el humo cubriendo el cuerpo. Solo así se armonizaba.
Con la noche alumbra mejor el fuego.
Con el fuego nacen otros cantos de la noche.
Con la noche podemos apreciar las estrellas en el más allá.
Con la noche podemos saber cómo brilla la luna, si es luna tierna o luna madura.
Con la noche podemos sembrar al día siguiente.
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